Prefacio a una novela, continuación

El olor inconfundible de ese pequeño pueblo arropaba todos los alrededores, una mezcla de melaza, Cocuy, café recién tostado y bosta de vacas se quedaba en la memoria de cualquier persona que transitara por Cambural. Habían a lo sumo 60 familias, en un estrecho camino que comunicaba a Barquisimeto con el Tocuyo y Carora, este había servido como camino de recuas en la colonia, se pasaban los cueros curtidos, las mulas cargadas con añil y tabaco que no se le vendía a la Corona Española; luego sirvió como paso para las tropas independentistas que necesitaban cortar camino y llegar a las batallas.
Fue después de la Guerra Federal que se asentó ese caserío, a unos kilómetros de distancia del fantasmal pueblo de Bobare, casi desconocido para la mayoría, fue el refugio del padre de Epifanía quien llegó a Venezuela desde Francia para ayudar a los federales en su lucha por unas tierras y hombres libres.

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