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Mostrando las entradas de septiembre, 2018

Chinatown

Anduve vagando un día sin nada que hacer, muriendo de melancolía, me fui caminando hasta las profundidades de la ciudad, por callejones que desconocía y viendo gente extraña y niños llenos de alegría. Hasta que de pronto todo era rojo, amarillo y dorado, colores llamativos olores repulsivos provinientes del pescado fresco. Había caminado tres decenas de calles sin percatarme de dónde había parado. Miró hacia al frente y todos me parecían muy similares, ancianos sentándos en una banca recostados de la pared usaban pantalones de lino marrón desgastados y camisas blancas manchadas por los años, remangadas hasta los codos y un sombrero gigante de alguna especie de palma, delgados y pequeños de tamaño, las señoras cabizbajas respetando la importancia del patriarcado. Por ahí iba yo caminando, mirando huevos milenarios de patos, fruncidos en vinagre y tofu curtido en jarros. Fetos de animales envasados, raices y ramas que curan desde la impotencia sexual, hasta el cáncer. Callejones estrec

¡Feliz cumpleaños!

Lalita, tenía quince años cuando su vida cambio por completo. Ella era alta, con la piel tostada como la canela, el cabello tan oscuro como el azabache, con una sonrisa única y brillante, vivía sumergida en la lectura, todos se sorprendían de su belleza y seriedad, de su sabiduría a tan corta edad, era luz en la oscuridad, pero esos meses después de sus quince años fueron un tormento. Sentada un día en su cama se encontró hablando sola, luchando con las muchas voces que razonaban en su mente, hablaban todas a la vez, era casi imposible entender lo que decían, mientras que Lalita repetía “Hagan silencio, no puedo escuchar a todos de una vez”; una de esas voces se oía claro y fuerte, era la más dominante, era la líder, una voz profunda y grave, se podía distinguir de las demás. Ese día, se transformó en noche, la noche y la soledad no son buena compañía, eso lo labia Lalita, pero ese día conversó profundamente con esa voz, la voz que llevaría las riendas de la vida de Lalita por mucho

Francis

Francis Ella era Francis, una rubia espectacular, el cabello lacio, largo hasta el final de su espalda, dorada como la miel, media unos fantásticos 1.78 cm, tenía un porte único y una elegancia sin comparación, apenas había cumplido 23 años y ya era una profesional, tenía su propio negocio y culminó sus estudios de abogada en la universidad más costosa de su ciudad. Hablar de Francis, es hablar de éxito y belleza, todo en su ser emanaba sensualidad y una energía vibrante y atractiva. Era la muchacha más popular de su entorno, tenía gran cantidad de conocidos, amistades con los que se juntaba constantemente, amigos de la universidad, amigos del gimnasio, gente que conocía en su local donde vendía productos de belleza de la cual ella era la mejor imagen, había trabajado muy duro en los primeros meses para levantar ese pequeño sueño y ser independiente. Francis extrañamente tenía muchas reservas con su vida privada, todos conocían sus éxitos, pero no conocían su origen, quienes eran sus

Querido Darío:

Querido Darío: Lloraba, lloraba y lloraba, era un llanto desgarrador, algo que nunca había oído, salí despavorida de mi cuarto a la sala y ahí lo ví, en un rincón oscuro, entre la mesa y el sillón, lágrimas corrían por su mejilla, con una expresión de infinita tristeza, eran la una de la mañana, todo estaba oscuro debí acercarme para saber quién era, ¡oh Darío! ¡Eres tú! Cuanta sorpresa, que alegría, pero, ¿qué haces aquí? ¿Cómo entraste a mi casa? Después de tantos años, después de tanta soledad, ¿cómo me encontraste? Darío era mi amigo de la infancia, la mejor persona que conocí, pero un día, sin decir adiós, desapareció por completo. No dejó una nota, ni un recado, no tenía donde conseguirlo porque jamás conocí a sus padres, él era mi amigo, siempre iba a mi casa, conocía mucho de él, pero yo jamás supe nada de su vida y no me importó. Aún lloraba escondido en el rincón, pero mi sorpresa fue mayor cuando ví que no había envejecido como yo, él aún se mantenía como el niño perfecto
Algunos escriben para lucrarse, yo escribo para curarme . 

Cuento: Quédate hasta el amanecer

Quédate hasta el amanecer: Era el 5 de julio, día de fiesta nacional. Un día típico en una ciudad tropical, sol radiante, 27 grados centígrados de temperatura, una brisa suave que mecía las ramas de los árboles de mango, no se laboraba, la ciudad estaba casi desierta, la mayoría había aprovechado que sería un fin de semana largo, habían dejado sus casas para ir a la playa o a la montaña. Las calles solitarias daban pie para la tranquilidad y los paseos individuales. Daniela ese día decidió caminar por el centro, disfrutar su momento y de un paseo sin compañía, ella era joven tenía apenas 21 años, pero estaba envuelta entre la monotonía de su trabajo, la rutina de estudios y su aburrida familia, deseaba vivir, quería sentir emociones y sentimientos alucinantes. En su corta edad nunca se permitió ningún exceso, ni un novio, a pesar de haberse sentido atraída por muchos jóvenes. Su meta era clara, graduarse de la universidad, ser un buen médico y viajar por el mundo. Fue la joven ejempl

Prefacio a una novela, continuación

El olor inconfundible de ese pequeño pueblo arropaba todos los alrededores, una mezcla de melaza, Cocuy, café recién tostado y bosta de vacas se quedaba en la memoria de cualquier persona que transitara por Cambural. Habían a lo sumo 60 familias, en un estrecho camino que comunicaba a Barquisimeto con el Tocuyo y Carora, este había servido como camino de recuas en la colonia, se pasaban los cueros curtidos, las mulas cargadas con añil y tabaco que no se le vendía a la Corona Española; luego sirvió como paso para las tropas independentistas que necesitaban cortar camino y llegar a las batallas. Fue después de la Guerra Federal que se asentó ese caserío, a unos kilómetros de distancia del fantasmal pueblo de Bobare, casi desconocido para la mayoría, fue el refugio del padre de Epifanía quien llegó a Venezuela desde Francia para ayudar a los federales en su lucha por unas tierras y hombres libres.

Un grito de protesta

Cadenas invisibles: Duerme el gigante, duerme y duerme, Estaba cansado, estaba exhausto, Tenía hambre, tenía sed, Le dolía el cuerpo, estaba herido. Duerme el gigante, duerme y duerme, Había caminado sin cesar, Luchó fuerte contra el mal, Estaba solo contra los demonios. Duerme el gigante, duerme y duerme, Alberga en su ser miles de habitantes, ¡Oh pobre silente y agotado gigante¡ Ha pelado tanto y ganado tan poco. En el valle de los demonios, el gigante es quien trabaja. Labra la tierra, arrea el ganado, Trabaja en las minas, construye los edificios, Vende la mercancía, ingenia y educa. Desdichado gigante, explotado y utilizado, Duerme el gigante, duerme y duerme, Han pasado dos siglos desde que peleo por su libertad, Ahora es preso de un sistema que jamás imaginó. Ve a los demonios a la cara, Los demonios son dueños de todo, Poseen la tierra, el dinero y el tiempo, Ve a los demonios de pie a cabeza, pero es incapaz de retarlos. Duerme el gigante, duerme y duerme, Los demonios

Prefacio a una novela

Epifanía: Epifanía fue comprada cuando tenía 12 años, su cuerpo de virgen inmaculada costó un corral de chivos y 8 vacas. Así era la vida entonces, las esposas se negociaban, los cuerpos se compraban y la vida seguía sin vacilaciones y llena de obligaciones. Eso fue en 1892, por allá donde las tierras son áridas y los cactus son abundantes, Epifanía sólo quería ser niña, pero desde que nació su vida estaba estipulada a salvar de la ruina a su familia. Los nexos históricos de la colonia no habían sido rotos. la Guerra de Independencia y la Guerra Larga eran heridas aún frescas y Venezuela se dividía entre caudillos y pordioseros...

Oda a la libertad

Miss Liberty Ella se divide entre un  ser o aparentar, entre una foto en redes sociales y cuantos “me gusta” obtiene o un compartir familiar, entre una relación a través de un dispositivo móvil o una relación tradicional de plena interacción humana. Ella se ha convertido en un susurro en medio de gritos desesperados de opresión, entre un mar de personas que existen pero no son, es asfixiada entre el esclavismo actual: prostitución, drogas, trabajo forzado, servidumbre puertas adentro; es violada todos los días por gobiernos autoritarios, por los conservadores y los liberales, entre la izquierda y la derecha, pero también es olvidada entre las mentiras que se dicen a su nombre. Ella quiere ser más que una utopía, más que un sueño, pero se enfrenta al hambre, a la pobreza, al mal olor del alcoholismo, el hedor de la heroína, a la televisión, a las redes sociales, a la música vulgar, al analfabetismo. Ella lucha día a día contra el trabajo rutinario, a la desidia en el barrio,