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Mostrando las entradas de enero, 2019

¡Sobreviví al fin del mundo!

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Durante mucho tiempo oí, ví y leí cosas sobre el fin de los tiempos, todo el mundo estaba sólidamente confiada de que en el 2000 el mundo llegaría a su fin. Hubo una histeria colectiva porque la tecnología cobraría conciencia y atacaría a los seres humanos llevándolos a su exterminio. Yo era una niña y en realidad estaba sumergida en pánico.  ¿Qué pasará cuándo serán las 12 de la noche y sea el nuevo milenio? ¿Si las computadoras cobran vida, cómo nos salvaremos? ¿Las máquinas podrían manejar a su antojo a los robots y nos asesinaran? ¿O emplearán sus cables como extensiones corporales y nos harán daño con ellos? Había visto muchas veces Terminator y la vida con Skynet como dominadora del mundo tenía mucho sentido. Yo nunca fui religiosa, además era muy joven, tenía 12 años y mi etapa rebelde en apogeo me hacía dudar hasta de mi propia existencia, mientas más se acercaba el 31 de diciembre, la histeria se hacia más fuerte, sectas religiosas ultra

¡No me llamen gorda!

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¡No me digas gorda! ¿Alguna vez se han puesto en el lugar de una persona que tenga un aspecto diferente a lo "normal", en los zapatos de una persona con un color de piel diferente, de una cultura distinta, de una persona muy alta o muy baja, o de una persona con sobrepeso? ¿Saben cómo se sienten cuando los catalogan por una característica física que no define lo que son como ser humano? Esta publicación está dedicado a los diferentes, especialmente a los gordos. Y remitiré algunas de las cosas que considero son más difíciles de sobrellevar. 1. La presión social: encajar en este mundo digital donde todos los días estamos sujetos al escarnio público a través de las redes sociales la presión social es aún mayor sobre l@s gordit@s. Las amistades, compañeros de escuela, amigos y familiares e incluso un desconocido siempre detallarán e incluso se atreverán a juzgar y a criticar por el sobrepeso "ay mira como se te marcan los rollitos" "ya tienes papada"

¡Yo no me quería ir, ellos me obligaron! Breve historia de una migración forzada.

Parte I: La niña y un sueño Cuando tenía seis años vi en la televisión del domingo una película que transformó mi vida sin siquiera imaginarlo, estaba acostada en el piso comiendo dulce de leche que acababa de hacer mi mamá cuando iniciaba “Indiana Jones”, vi toda la película sin moverme, absorta en la trama, me pareció tan fascinante: un intelectual investigando misterios antiguos y que a su vez sabia pelear. Le pregunté a mi mamá “¿las personas que estudian las momias y la historia existen o sólo están en las películas? Y mi mami respondió: “claro que existen, ellos estudian mucho, si eso te gusta debes aprender a leer mejor”. A esa edad decidí que seria como Indiana Jones, que aprendería historia, que hablaría idiomas antiguos y viajaría por el mundo haciendo descubrimientos. Fui creciendo y mis ideas iban cambiando, como todos los niños yo también tenia como diez posibles profesiones que ejecutaría cuando creciera “abogado militar y defensora de los animales”, “arqueóloga, p