El Lobo Feroz: relato de una pedofilia

Y allí se encontraba el lobo, sentado en la cama de su habitación, disfrazado de un dulce abuelo amoroso e intachable.
Sus ojos eran grandes y lujuriosos cuando estaba en su propia piel, cuando era un abuelo apenas sí veía quien se le acercaba. Su olfato de cazador lo hacía desear y salivar por sus pequeñas dos presas.
Y ahí lo vi, sentado en su cama mientras degustaba a su pequeña ovejita, inocente y frágil, la más pequeña de todas, en su mente está todo lo que le dice su dulce abuelo: "te amo", "eres una niña hermosa ", "nunca te va a faltar nada"; ante la negación aparece el lobo enfadado y con su grave voz repite sin cesar: "si dices algo te mato", "si alguien se entera vas a sufrir", mientras la otra ovejita más grande ya entendía la situación, aunque con miedo se negaba a seguir el juego, el lobo la obligaba cual perro hambriento.
Lo vi como una película de terror: la niña estaba parádita, siguiendo las reglas del juego, mientras que el lobo la tenia agarrada por la cintura con la mano izquierda y con la derecha tocandole la vulva, la estaba besando, y su oveja parada inerte sin entender el juego.
Me vio a los ojos cuando lo descubrí, la niña se sintió salvada, pero el lobo se volvió más feroz y comenzó a aullar descontroladamente. La otra presa no estaba en el cuarto, se encontraba fuera despejando en panorama, para que el lobo comiera tranquilo, sin ella saber el daño que les causaba.
No supe que hacer ante esa imagen, sin embargo, en ese momento el abuelo ya no existía y mi padre había muerto. Sólo queda un viejo lobo feroz, con sangre en sus fauces, negando su naturaleza malvada, aunque lo haya visto y detenido, reclamado y enfrentando, no se puede borrar el pasado ni las memorias de las pequeñas ovejitas. 

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