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Mostrando las entradas de 2018

Epitafio

Durante la vida de Lucio sólo hubo una cosa importante, obrar bien. Su padre siempre le recordaba que habían tres cosas importantes para ser recordado: las palabras, el trabajo y las buenas acciones.  Lucio un lánguido joven no disfrutó mucho de su vida, temeroso de todo, privado de la diversión, de la alegría incluso del amor por miedo a no ser recordado como un buen hombre, por temor a que su vida en el más allá estuviera plagada de horrores.  Se levantaba temprano, con el primer cantar de gallos, dormía apenas oscurecia, no hablaba fuerte, se casó por conveniencia.  Su esposa siempre servil y tranquila era una copia de Lucio, llevaba el hogar como en los tiempos de antaño, los pocos sobresaltos que había en el hogar de Lucio era cuando su hijo estaba enfermo. No los visitaban, era una casa tranquila y blanca.  El café fue el único vicio de Lucio, no tenía riquezas, no salió jamás de su ciudad, trabajaba como herrero y el taller estaba en su casa, iba a misa los

Sobreviviendo 8 días en Venezuela: Una odisea inimaginable

Recientemente tuve que viajar a Venezuela para defender mi tesis de maestría en historia, después de un año viviendo en Chile. No puedo describir la alegría que sentía al pensar que volvería a ver a mi familia y que culminaría una etapa en mi vida. Viajé desde Valparaíso a Santiago de Chile, un día antes de mi vuelo, dormí en el aeropuerto junto a mi pareja y al amanecer salió mi vuelo, rumbo a Cúcuta, pues sólo me alcanzó el dinero para llegar en avión hasta la frontera con Venezuela. Dentro de mis planes estaba pernoctar en el aeropuerto de Cúcuta pero para mí sorpresa el mismo es cerrado a las 12 de la noche para evitar que se queden los migrantes venezolanos allí. En medio de una crisis nerviosa y financiera debí acudir al servicio de taxi que se encuentra en el aeropuerto y un caballero Colombo-venezolano me trasladó a un hotel en la Parada, Santander, a pocas cuadras de la frontera. Allí esperé hasta las 4 AM hora colombiana para poder dirigirme a migración Colombia y sellar

Un estúpido día

Hoy me levanté muy temprano, en un día al que no quería acudir. Desayuné sin ánimos, bebí café sin sabor, tomé agua que sabía amarga y oí pájaros que trinaban sin ritmo. Ví a mi alrededor y no había nada ni nadie, me vestí con ropa sucia y los zapatos más cómodos que tengo, me coloqué los audífonos y salí a correr, corrí y corrí, ya no tenía fuerzas pero seguí corriendo, pasé por un parque donde sólo habían perros, una panadería sin pan y ancianos que me miraban las nalgas y se excitaban sólo de mirar, seguí corriendo por bastante tiempo más, seguí viviendo éste día sin sentido. Corrí de vuelta a la casa, no había nadie ni nada, estaba sola con mil cosas por hacer, no quería hacer nada, ni comer, ni beber, ni respirar, ni ser. Las horas pasaron tan lento, las horas me torturaron en este día tan  absurdo, lavé ropa, cociné, lavaba los platos e imaginaba Miles de historias para escribir, nada de lo que imaginé pude recordar, ningún personaje, ningún paisaje, ningún pensamiento, seguí

Mi trópico

Tu dulce aroma de orquídeas, altas palmeras de la costa, Clima cálido, agua tibia y calmada, Cristalinas olas de mar, la cordillera de la costa, El caribe azul, caracoles de marinos, los corales cuales guardianes . El sonido del tambor, la algarabía de los costeños, Una señora fuerte como un roble, preparando besitos de coco, El cacao tostándose en la plaza, esparce su olor en el pueblo, La iglesia el domingo sonando sus campanas. Los crepúsculos al atardecer, son únicos, mágicos , Los colores dibujan un cuadro impresionante en el horizonte, La ciudad musical retumba, los vendedores de mango en la calle, La procesión de la virgen, un calor sofocante. La cordillera andina, altas montañas nevadas, El olor a fresa, guayaba y duraznos, La nevada, las personas atravesando las alturas en el teleférico, Los viejitos tocando violín en una esquina. Los llanos atravesados por el ganado, Grandes pastizales incendiados por el sol, Las viejitas moliendo maíz, el fogón prepar

Chinatown

Anduve vagando un día sin nada que hacer, muriendo de melancolía, me fui caminando hasta las profundidades de la ciudad, por callejones que desconocía y viendo gente extraña y niños llenos de alegría. Hasta que de pronto todo era rojo, amarillo y dorado, colores llamativos olores repulsivos provinientes del pescado fresco. Había caminado tres decenas de calles sin percatarme de dónde había parado. Miró hacia al frente y todos me parecían muy similares, ancianos sentándos en una banca recostados de la pared usaban pantalones de lino marrón desgastados y camisas blancas manchadas por los años, remangadas hasta los codos y un sombrero gigante de alguna especie de palma, delgados y pequeños de tamaño, las señoras cabizbajas respetando la importancia del patriarcado. Por ahí iba yo caminando, mirando huevos milenarios de patos, fruncidos en vinagre y tofu curtido en jarros. Fetos de animales envasados, raices y ramas que curan desde la impotencia sexual, hasta el cáncer. Callejones estrec

¡Feliz cumpleaños!

Lalita, tenía quince años cuando su vida cambio por completo. Ella era alta, con la piel tostada como la canela, el cabello tan oscuro como el azabache, con una sonrisa única y brillante, vivía sumergida en la lectura, todos se sorprendían de su belleza y seriedad, de su sabiduría a tan corta edad, era luz en la oscuridad, pero esos meses después de sus quince años fueron un tormento. Sentada un día en su cama se encontró hablando sola, luchando con las muchas voces que razonaban en su mente, hablaban todas a la vez, era casi imposible entender lo que decían, mientras que Lalita repetía “Hagan silencio, no puedo escuchar a todos de una vez”; una de esas voces se oía claro y fuerte, era la más dominante, era la líder, una voz profunda y grave, se podía distinguir de las demás. Ese día, se transformó en noche, la noche y la soledad no son buena compañía, eso lo labia Lalita, pero ese día conversó profundamente con esa voz, la voz que llevaría las riendas de la vida de Lalita por mucho

Francis

Francis Ella era Francis, una rubia espectacular, el cabello lacio, largo hasta el final de su espalda, dorada como la miel, media unos fantásticos 1.78 cm, tenía un porte único y una elegancia sin comparación, apenas había cumplido 23 años y ya era una profesional, tenía su propio negocio y culminó sus estudios de abogada en la universidad más costosa de su ciudad. Hablar de Francis, es hablar de éxito y belleza, todo en su ser emanaba sensualidad y una energía vibrante y atractiva. Era la muchacha más popular de su entorno, tenía gran cantidad de conocidos, amistades con los que se juntaba constantemente, amigos de la universidad, amigos del gimnasio, gente que conocía en su local donde vendía productos de belleza de la cual ella era la mejor imagen, había trabajado muy duro en los primeros meses para levantar ese pequeño sueño y ser independiente. Francis extrañamente tenía muchas reservas con su vida privada, todos conocían sus éxitos, pero no conocían su origen, quienes eran sus

Querido Darío:

Querido Darío: Lloraba, lloraba y lloraba, era un llanto desgarrador, algo que nunca había oído, salí despavorida de mi cuarto a la sala y ahí lo ví, en un rincón oscuro, entre la mesa y el sillón, lágrimas corrían por su mejilla, con una expresión de infinita tristeza, eran la una de la mañana, todo estaba oscuro debí acercarme para saber quién era, ¡oh Darío! ¡Eres tú! Cuanta sorpresa, que alegría, pero, ¿qué haces aquí? ¿Cómo entraste a mi casa? Después de tantos años, después de tanta soledad, ¿cómo me encontraste? Darío era mi amigo de la infancia, la mejor persona que conocí, pero un día, sin decir adiós, desapareció por completo. No dejó una nota, ni un recado, no tenía donde conseguirlo porque jamás conocí a sus padres, él era mi amigo, siempre iba a mi casa, conocía mucho de él, pero yo jamás supe nada de su vida y no me importó. Aún lloraba escondido en el rincón, pero mi sorpresa fue mayor cuando ví que no había envejecido como yo, él aún se mantenía como el niño perfecto
Algunos escriben para lucrarse, yo escribo para curarme . 

Cuento: Quédate hasta el amanecer

Quédate hasta el amanecer: Era el 5 de julio, día de fiesta nacional. Un día típico en una ciudad tropical, sol radiante, 27 grados centígrados de temperatura, una brisa suave que mecía las ramas de los árboles de mango, no se laboraba, la ciudad estaba casi desierta, la mayoría había aprovechado que sería un fin de semana largo, habían dejado sus casas para ir a la playa o a la montaña. Las calles solitarias daban pie para la tranquilidad y los paseos individuales. Daniela ese día decidió caminar por el centro, disfrutar su momento y de un paseo sin compañía, ella era joven tenía apenas 21 años, pero estaba envuelta entre la monotonía de su trabajo, la rutina de estudios y su aburrida familia, deseaba vivir, quería sentir emociones y sentimientos alucinantes. En su corta edad nunca se permitió ningún exceso, ni un novio, a pesar de haberse sentido atraída por muchos jóvenes. Su meta era clara, graduarse de la universidad, ser un buen médico y viajar por el mundo. Fue la joven ejempl

Prefacio a una novela, continuación

El olor inconfundible de ese pequeño pueblo arropaba todos los alrededores, una mezcla de melaza, Cocuy, café recién tostado y bosta de vacas se quedaba en la memoria de cualquier persona que transitara por Cambural. Habían a lo sumo 60 familias, en un estrecho camino que comunicaba a Barquisimeto con el Tocuyo y Carora, este había servido como camino de recuas en la colonia, se pasaban los cueros curtidos, las mulas cargadas con añil y tabaco que no se le vendía a la Corona Española; luego sirvió como paso para las tropas independentistas que necesitaban cortar camino y llegar a las batallas. Fue después de la Guerra Federal que se asentó ese caserío, a unos kilómetros de distancia del fantasmal pueblo de Bobare, casi desconocido para la mayoría, fue el refugio del padre de Epifanía quien llegó a Venezuela desde Francia para ayudar a los federales en su lucha por unas tierras y hombres libres.

Un grito de protesta

Cadenas invisibles: Duerme el gigante, duerme y duerme, Estaba cansado, estaba exhausto, Tenía hambre, tenía sed, Le dolía el cuerpo, estaba herido. Duerme el gigante, duerme y duerme, Había caminado sin cesar, Luchó fuerte contra el mal, Estaba solo contra los demonios. Duerme el gigante, duerme y duerme, Alberga en su ser miles de habitantes, ¡Oh pobre silente y agotado gigante¡ Ha pelado tanto y ganado tan poco. En el valle de los demonios, el gigante es quien trabaja. Labra la tierra, arrea el ganado, Trabaja en las minas, construye los edificios, Vende la mercancía, ingenia y educa. Desdichado gigante, explotado y utilizado, Duerme el gigante, duerme y duerme, Han pasado dos siglos desde que peleo por su libertad, Ahora es preso de un sistema que jamás imaginó. Ve a los demonios a la cara, Los demonios son dueños de todo, Poseen la tierra, el dinero y el tiempo, Ve a los demonios de pie a cabeza, pero es incapaz de retarlos. Duerme el gigante, duerme y duerme, Los demonios

Prefacio a una novela

Epifanía: Epifanía fue comprada cuando tenía 12 años, su cuerpo de virgen inmaculada costó un corral de chivos y 8 vacas. Así era la vida entonces, las esposas se negociaban, los cuerpos se compraban y la vida seguía sin vacilaciones y llena de obligaciones. Eso fue en 1892, por allá donde las tierras son áridas y los cactus son abundantes, Epifanía sólo quería ser niña, pero desde que nació su vida estaba estipulada a salvar de la ruina a su familia. Los nexos históricos de la colonia no habían sido rotos. la Guerra de Independencia y la Guerra Larga eran heridas aún frescas y Venezuela se dividía entre caudillos y pordioseros...

Oda a la libertad

Miss Liberty Ella se divide entre un  ser o aparentar, entre una foto en redes sociales y cuantos “me gusta” obtiene o un compartir familiar, entre una relación a través de un dispositivo móvil o una relación tradicional de plena interacción humana. Ella se ha convertido en un susurro en medio de gritos desesperados de opresión, entre un mar de personas que existen pero no son, es asfixiada entre el esclavismo actual: prostitución, drogas, trabajo forzado, servidumbre puertas adentro; es violada todos los días por gobiernos autoritarios, por los conservadores y los liberales, entre la izquierda y la derecha, pero también es olvidada entre las mentiras que se dicen a su nombre. Ella quiere ser más que una utopía, más que un sueño, pero se enfrenta al hambre, a la pobreza, al mal olor del alcoholismo, el hedor de la heroína, a la televisión, a las redes sociales, a la música vulgar, al analfabetismo. Ella lucha día a día contra el trabajo rutinario, a la desidia en el barrio,