Francis

Francis
Ella era Francis, una rubia espectacular, el cabello lacio, largo hasta el final de su espalda, dorada como la miel, media unos fantásticos 1.78 cm, tenía un porte único y una elegancia sin comparación, apenas había cumplido 23 años y ya era una profesional, tenía su propio negocio y culminó sus estudios de abogada en la universidad más costosa de su ciudad. Hablar de Francis, es hablar de éxito y belleza, todo en su ser emanaba sensualidad y una energía vibrante y atractiva.
Era la muchacha más popular de su entorno, tenía gran cantidad de conocidos, amistades con los que se juntaba constantemente, amigos de la universidad, amigos del gimnasio, gente que conocía en su local donde vendía productos de belleza de la cual ella era la mejor imagen, había trabajado muy duro en los primeros meses para levantar ese pequeño sueño y ser independiente. Francis extrañamente tenía muchas reservas con su vida privada, todos conocían sus éxitos, pero no conocían su origen, quienes eran sus padres, sí estaban vivos, sí tenía hermanos, era hija única, alguna vez se había enamorado o como pudo reunir el dinero para estudiar en esa universidad, como hacía para pagar los semestres o como obtuvo el dinero para la inversión en su propia empresa, este tipo de inquietudes resonaban en las mentes de sus amistades pero nadie preguntaba, sentían un profundo respeto por aquella mujer que parecía tan perfecta e incapaz de tener secretos.

Dani era el mejor amigo de Francis, había estudiado con ella en la universidad, él estaba dispuesto siempre a ayudarla, la asistía ante cualquier adversidad. Dani era un típico muchacho de barrio, criado a la usanza latinoamericana, sobreprotegido por sus padres, lo cuidaban de que no cayera en las drogas o en las malas mañas que habían en su entorno, siempre fue muy inteligente y serio, se la pasaba en su cuarto, estudiando, leyendo historietas, jugando videojuegos, era muy tímido y casi no conocía el mundo.
Dani y Francis  fueron amigos desde el primer día de clases, eran el Yin y el Yang, ella le había mostrado a Dani todo un nuevo mundo, lleno de olores, sabores y colores, él en la universidad estaba becado, tenía muchas limitaciones económicas, pero Francis lo respetaba por su gran inteligencia y sabiduría, ella lo invitaba siempre a salir, compartir y a vivir, él se sentía mal por no poder tener el dinero necesario para contribuir, pero Francis siempre lograba disuadirlo, ella le decía:
Dani,- déjate llevar, la vida es para disfrutar y reír, deja que te ayude a vivir y tu ayúdame a reír- Dani sonrió.
 Esas palabras fueron suficiente para que Dani sintiera algo nuevo, un sentimiento profundo, que venía de las entrañas y le movía cada célula de su cuerpo. ¡Me enamoré¡ pensó él un día antes de la Graduación de la universidad, aunque ambos querían graduarse, nunca hablaron sobre el acto de graduación, Dani era el encargado de decir el discurso de grado y gran parte de este iba dirigido a Francis, él la esperó con ansias y alegría, pero ella no apareció, no fue a la fiesta y no tuvo nada que ver con todo el ruido de ese logro.
Todo quien conocía a esa rubia, estaba consternado por su ausencia en un día tan importante, ella simplemente no podía asistir. Francis buscó su título en la oficina correspondiente, se fue a su casa sin algarabía ni gloria. Ella tomó distancia de su amigo Dani, sin darle ninguna razón.
¡Vaya secreto albergaba esa hermosa mujer!
Francis había abandonado su casa cuando cumplió los 17 años y obtuvo su diploma de secundaria. La vida en su hogar era un completo tormento, era descendiente único de sus padres. Ellos eran unas personas sumamente religiosas, pastores evangélicos de la iglesia protestante de su pueblo, jamás aceptaron a Francis y la aborrecían a cada momento, se convirtió en una carga y objeto del odio y la ira de su madre, quien la maldecía y llamaba abominación.
Mama yo te amo, era lo único que Francis alcanzaba a decir.
Finalmente decidió irse a la capital y buscar la felicidad, su desarrollo como el ser que quería y sentía en su interior, llevaba consigo un pequeño bolso con lo necesario para sobrevivir y unos vestidos que le robó a su vecina. Llego a la gran ciudad, sin conocerla, ni saber qué hacer,  se quedó algunos meses en sitios públicos, comía de la basura, a veces pedía dinero y otras veces limpiaba los parabrisas de los autos que se estacionaban en los semáforos.
Un día cualquiera, un hombre mayor como de 60 años, bajó el  vidrio de su auto y le dijo a Francis
¿Cuánto me cobras por dos horas?- Francis desconcertada no supo que responder, no era lo que ella deseaba, pero tenía hambre, ella respondió- mi virginidad tiene un alto precio, no podrías pagarla- el hombre se excitó al escuchar que era virgen, pensar en probar y tener lo que nunca nadie había tocado era la fantasía de un hombre de esa edad, ver a esa criatura empezando a vivir, sin ser tocada, lo volvió loco, respondió el hombre –sí eso es cierto, te pagaré lo que desees, sólo sí es cierto, si no es así será gratis- ella en un tono inimaginado lo dijo –mil dólares, ni más ni menos, tómalo o déjalo- el hombre fantaseaba con tocar su piel y penetrar lo profundo de su ser, no dudo y contestó –móntate y guarda silencio- a lo que Francis accedió. Perdió su virginidad esa tarde, sangró, lloró y murió un poco, pero tenía dinero suficiente para dejar la indigencia y comenzar otra vida.
Esa tarde cambió su vida, sintió asco y miedo, pero también vio la oportunidad de convertirse en su verdadero yo. De esa manera Francis comenzó en la prostitución, vivía de noche, dormía poco, y estaba disponible a cada cliente que requiriera de sus servicios. Poco a poco comenzó su transformación. Dejó de ser una libélula y se compró unas alas de mariposa, intentó vengarse de la genética y transformó todo su cuerpo, era la mejor amante, la más complaciente, la más leal y la más discreta. Así pagó sus estudios y pudo cumplir con la meta de ser su propio jefe.

Meses después, Dani buscó a Francis, se vieron a los ojos, Francis también estaba enamorada de él, pero conociéndolo él jamás la aceptaría, era un pasado demasiado doloroso y un presente que jamás entendería. Dani, como de costumbre le mostró a Francis su caballerosidad y le contó con las más bellas palabras el profundo amor que le tenía. Él era todo lo que ella había soñado, el amor que se merecía, el amor que nunca tuvo de sus padres, ni de los mil amantes que la acompañaron días y noches. Ella contempló de frente al amor, y confesó sus sentimientos, intentó explicarle su pasado, pero él no accedió a escuchar sus argumentos, Francis no tuvo más opción que rechazarlo.
Dani, ingenuo e ignorante, insistió cada semana en tener una oportunidad con Francis, se volvió en una obsesión, era su meta de cada día, se transformó en una enfermedad, de la cual no demostraba otra cosa que perseverancia.
Un día, Francis y Dani se encontraron en el negocio de ella compartiendo y riendo, estaban felices de la complicidad y del amor que ambos se profesaban, una copa tras otras los llevó a sus primeros besos, tiernos y sinceros, Dani se entregó pero Francis aun luchaba contra el deseo, finalmente la excitación de sus cuerpos los llevó las más apasionadas caricias, a tocas sus cuerpos por primera vez, a sentirse libres, a sentirse seres eternos. Francis se resistía a ser tocada en su sexo, evitaba cada acercamiento de Dani a esa área, hasta que finalmente él la toco.
¿Qué es esto Francis? Gritó exaltado, Dani estaba confundido, no sabía que creer ni que decir, era una situación jamás pensada.
Francis lloraba e intentaba hablar, pero las palabras no salían de su boca, hasta que le pudo decir – soy Francisco-. Este había sido su secreto durante años, a pesar de sus numerosas cirugías, no pudo remover su sexo. Su pene aun lo atormentaba, quería ser una mujer completa. Jamás se sintió hombre, sus maneras femeninas desde su infancia temprano condujo a que sus padres lo rechazaran, -está escrito en la Biblia, sólo hombres y mujeres- decía su mamá. Para no ser llamado como Francisco José García, no asistió a su graduación, por su falo aun colgante, rechazó a Dani tantas veces.
Dani enloqueció, su mejor amiga lo había traicionado, el amor de su vida era una farsa y su obsesión ahora era odio. Dani enfureció, era una persona distinta, algo que jamás había visto Francis, ella le pidió perdón, lloraba desesperada y con gran vergüenza, Dani desató su furia, Francis sólo sintió el golpe, cerró sus ojos y cayó inconsciente.

No se supo nada de ella durante varios días, la llamaron a su celular, a su casa y al negocio pero nunca hubo respuestas. La señora que aseaba el local de Francis iba todos los martes, puntualmente a las 8 de la mañana, ese día se sorprendió de conseguir el establecimiento cerrado, tocó y tocó sin tener explicación, pero allí en el local sonaba la radio, la emisora favorita de Francis. La señora que tenía una llave de emergencia tomó la decisión de entrar a ver que sucedía.
¡Dios mío¡ gritó horrorizada la señora de limpieza al toparse con Francis.
Olía a mortecina, la sangre espesa en el piso, parecía petróleo pegado en el piso, purulento, lleno de moscas. El cuerpo de Francis estaba tirado en el piso, hinchado y morado, hediondo, casi irreconocible, cuerpo había sido torturado, golpeado hasta la muerte, su pene cortado junto con su escroto y puesto en su boca, de no ser por su larga cabellera no se hubiera pensado que era Francis. Así dejó de existir Francis, un momento de amor y locura la condujo a su muerte.
La señora del aseo, miró a su alrededor, de la viga del techo yacía otro cuerpo, era Dani, su cuerpo estaba a punto de explotar, su cara mórbida y sus ojos llenos de ira miraban a Francis fijamente, su ropa llena de sangre, sus manos rotas de tantos golpes propinados al cuerpo de su amada.
Y así llegaron a su fin, una vida llena de sueños y una vida atiborrada de obsesiones.

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